La «Noche del Fuego» en Salamina, Caldas, es una celebración cultural con más de dos décadas de historia. Este evento, que se erige en torno a la Noche de las Velitas como homenaje a la Inmaculada Concepción, ha sido, en el pasado, un faro de tradición, espiritualidad y arte. Sin embargo, su reciente evolución ha generado críticas contundentes, tanto de residentes como de visitantes. Esta reflexión busca ofrecer una crítica constructiva sobre el estado actual de la «Noche del Fuego», explorando cómo ha perdido su esencia original y proponiendo alternativas para revitalizarla.
La «Noche del Fuego» tiene dos caras claras y opuestas. Por un lado, está la cara tradicional, artística y cultural, que rinde homenaje a una celebración religiosa con luz, color y una profunda conexión espiritual. Por otro lado, está la transformación del evento en una vulgar fiesta de excesos, ruido y desorden. Esta dicotomía refleja una tensión entre el deseo de preservar las tradiciones y la presión de convertir el evento en una atracción masiva populachera.
La situación descrita en el amanecer del 8 de diciembre es particularmente desalentadora: el parque de Bolívar convertido en un vertedero de basura, prados destrozados, personas en estado de embriaguez deambulando sin rumbo y olores desagradables impregnando el ambiente. Este panorama no solo afecta la imagen del evento, sino también el valor patrimonial de Salamina como destino turístico.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta evolución es el impacto negativo en la experiencia de los visitantes y la percepción de la comunidad local. Muchos turistas llegan a Salamina buscando tranquilidad y una experiencia cultural que refleje la historia y tradición de la región. Sin embargo, se encuentran con ruido excesivo, desorden y una atmósfera de vulgaridad que dista mucho de lo esperado. Esto no solo afecta la reputación del evento, sino también la economía local, ya que los turistas insatisfechos pueden optar por no regresar.
Para la comunidad local, el evento también se ha convertido en un motivo de división. Mientras algunos celebran la festividad como una oportunidad para la diversión y el esparcimiento, otros lamentan la pérdida de los valores tradicionales y la degradación del espacio público. Este conflicto refleja la necesidad de un consenso sobre el propósito y la dirección de la «Noche del Fuego».
Un elemento clave en esta problemática es el rol de las autoridades y los organizadores del evento. La falta de regulación y control ha permitido que la celebración se desborde en excesos. La ausencia de un plan claro para manejar la afluencia de público, el consumo de alcohol y la preservación del espacio público ha generado un entorno caótico. Además, el apoyo oficial a actividades que promueven el desorden y la vulgaridad cuestiona el compromiso de las autoridades con la preservación de las tradiciones.
Es fundamental que las autoridades locales asuman un papel activo en la redefinición del evento. Esto incluye la implementación de normativas claras para regular el consumo de alcohol, controlar el ruido y garantizar la limpieza y conservación del espacio público. Además, se debe promover una programación que priorice actividades culturales y artísticas que enriquezcan la experiencia tanto para los residentes como para los visitantes.
La «Noche del Fuego» tiene un enorme potencial que lo ha convertido en un referente cultural y turístico en la región, siempre y cuando se realicen cambios significativos en su organización y enfoque.
La «Noche del Fuego» es más que una celebración; es un legado cultural que ha perdurado durante muchos años. Permitir que se degrade en una fiesta desordenada y vulgar no solo traiciona su esencia original, sino que también pone en riesgo la reputación de Salamina como un destino turístico y patrimonial. Como sociedad, es fundamental reflexionar sobre el tipo de eventos que queremos promover y el impacto que estos tienen en nuestra cultura, economía y calidad de vida.
Es hora de que las autoridades, los organizadores y la comunidad trabajen juntos para rescatar la «Noche del Fuego» y devolverle su significado original. Con un enfoque renovado en la cultura, la tradición y la sostenibilidad, este evento puede convertirse nuevamente en una celebración que inspire orgullo y admiración, tanto en quienes lo viven como en quienes lo visitan.
La “Noche del Fuego” que vimos este año dista en mucho la esencia de la celebración creada hace ya mas de 20 años por la Fundación Calicanto.